jueves, 30 de septiembre de 2010

Orgullo extremo

Durante años fingió recuperarse de su abandono, hasta que llegó un día en que sonrió tranquila y pensó “ya nadie podrá decir que me suicidé por amor”.

Penélope

Siempre quiso llamarse Dafne, así que cuando al fin cambió de nombre se supo libre y abandonó la costumbre de esperar sumisa el regreso de su marido, viajante de comercio. Pero su felicidad no era completa, desde entonces un tal Apolo la acosaba en cada esquina y un extraño sabor, como a tierra húmeda, le atenazaba la garganta.