jueves, 30 de septiembre de 2010
Penélope
Siempre quiso llamarse Dafne, así que cuando al fin cambió de nombre se supo libre y abandonó la costumbre de esperar sumisa el regreso de su marido, viajante de comercio. Pero su felicidad no era completa, desde entonces un tal Apolo la acosaba en cada esquina y un extraño sabor, como a tierra húmeda, le atenazaba la garganta.
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1 comentarios:
Este microcuento me encanta. El mito de Apolo y Dafne/Laura es uno de mis favoritos. Tengo hasta el cuadro de El beso (Klimt) colgado en mi cuarto :D
Saludos!!
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